¿DÓNDE ESTABA EL NORTE?

Divide et vinces

Ya lo dijo en su momento el mayor estratega que haya parido madre, Julius Caesar: "Divide et vinces", o lo que se tradujo por "Divide y vencerás".

En pleno proceso de globalización mundial, con sus múltiples pros y contras, hay quién se empeña en remarcar la parte negativa para, de esta manera, acudir a su particular batalla con mayor ventaja sobre el enemigo. No quiero condenar ni alabar el sentimiento nacionalista cuando trata de preservar la tradición y la cultura de un lugar dado, pero me molesta que unos utilicen el nacionalismo para ensalzar unos principios y otros lo hagan para degradar esos mismos principios ... sobre todo cuando los principios son los mismos con la sutil diferencia de la porción de territorio sobre la que se aplican.

La evolución consiste en el avance, unas veces lento, otras más rápido, pero al fin y al cabo en el avance continuo. Ese avance puede ser hacia muchas direcciones, pero nunca hacia atrás, pues en ese caso deja de llamarse avance para denominarse retroceso. Yo soy de los que creen que la mezcla de culturas nos enriquece y nos ayuda a comprendernos mejor, los unos a los otros, los otros a los unos, los unos a los unos y los otros a los otros. No implica esta postura que debamos tomar lo ajeno como lo mejor, aunque tampoco la postura de creer que lo propio es inmejorable sea del todo salubre. La principal cualidad que diferencia al ser humano del resto de animales es la capacidad de raciocinio, cualidad de la que cada vez menos hacemos gala.

Cuando se me pregunta de dónde soy, rara vez sé qué contestar (burelés?, mariñano?, lucense?, coruñés?, gallego?, español?, íbero?, europeo?, ciudadano del mundo?, apátrida?, ...). El convencionalismo me dicta que las opciones quinta y sexta son las más adecuadas, dado que me localizan en ambos mapas geográfico y político al mismo tiempo; la memoria tira más de localismo y trata de inclinarse hacia las opciones primera y cuarta, por acaparar ambas localidades el porcentaje más amplio de mis vivencias; ... ; pero lo cierto es que probablemente me sienta más unido a cualquiera de las víctimas de las numerosas catástrofes humanitarias (Haití, Pakistán, Afganistán, Bangladesh, Ruanda, Etiopía, ... , el "tercer mundo" en general, que tratamos de localizar geográficamente, aunque más bien se debería localizar social y económicamente, mucho más cerca de lo que queremos creer, más incluso de lo que interesa que creamos, pero este tema es harina de otro costal y no quiero perder el hilo ... por lo menos no hoy) que a la mayoría de mis vecinos en el pasado, presente o futuro.

Hoy me he levantado sintiéndome holandés, probablemente debido a la temática del "Españoles por el mundo", "Callejeros viajeros", ... , o sucedáneo televisivo que me tragué anoche. No sé de dónde me sentiré parte cuando me acueste, pero sí sé que no voy a dejar que me vendan la moto ni una sola vez más. Con el discurso de "las dos Españas", "el centralismo" y todas sus variantes posibles, consiguen su objetivo: dividirnos y vencernos; porque saben que, como sucede con las hormigas, en la unión de un grupo tan numeroso es dónde reside nuestra fuerza. No quiero que se me tache de anarquista, pues soy de los que creen que los humanos necesitamos líderes que nos ayuden a andar el camino; pero también creo que esos puestos de liderazgo son muy apetecibles y la altura moral de quienes ostentan el "timón" dista muy mucho de las expectativas, ya de por sí bien bajas.

Cuando decidamos remar todos en la misma dirección y no cada uno hacia donde le plazca, cuando nos sentemos a hablar y comprendamos que es mejor llegar a un acuerdo sobre el destino a alcanzar, cuando entendamos que cada uno por su lado no vamos a ningún sitio, entonces y sólo entonces puede que el barco empiece a avanzar.

El color del dinero

No alcanzo a comprender la naturaleza del ser humano: una buena novela, una película de duro trasfondo social, una canción que nos roce la fibra sensible, una fotografía del pasado, ... , todo lo anterior es capaz de emocionarnos e implicarnos en la lucha del sujeto paciente de la acción.

Y digo que no alcanzo a comprender la naturaleza del ser humano porque no logro descifrar la fórmula que nos permite pasar a la altura de un congénere menos afortunado (los llamados "sin techo", alocución demasiado suave para reflejar una realidad mucho más dura) y no percibir siquiera su presencia; o disfrutar en todo su esplendor un chuletón de buey en su punto, con guarnición de patatas asadas y ensalada César, mientras el informativo en cuestión nos da la cifra de muertos por inanición/atentado/riada/loquesea en latinoamérica/áfrica/asia/europaoriental/dondesea ...

Últimamente me ha dado por pensar que, si cabe, los humanos somos mucho más ambiciosos de lo que podemos reconocer. Nos gusta pensar en las cosas maravillosas de las que somos capaces, como individuos, como grupo, como sociedad, ... ; sin embargo, no solemos dedicarle un segundo más de reflexión a los errores y, mucho menos, al resto de seres humanos con los que compartimos ese pedacito de tiempo en la historia.

El motivo de mi triste reflexión no es otro que el darme cuenta de lo que es capaz el ser humano por dinero: Duisburgo, Alemania, festival de música techno, riadas de personas, resultado que tod@s conocemos. Tras analizar los sucesos, un sólo pensamiento me asalta una vez tras otra: "Por qué usar un recinto tan cerrado, con entradas (y por ende, salidas) tan angostas y limitadas?"; la respuesta, obvia: para controlar mejor los accesos y hacer la mayor caja posible. No voy a entrar en la incapacidad de organización demostrada, ni voy a ser el que dé las soluciones a toro pasado, pues sería ser ventajista.

Somos capaces de invadir países por su petróleo, expoliar las riquezas de continentes enteros, "colonizar" tierras que no nos pertenecen, explotar a los más desfavorecidos, ... , y lo que es peor, justificar estas acciones.

No sé en qué momento comenzamos a comportarnos como los animales que somos, ni cuándo la codicia nos convirtió en lo que somos, ... , ni cómo el verde color del dinero comenzó a teñirse de rojo sangre sin llegar a importarnos.